El principal apoyo de los niños disléxicos es siempre la familia. Es muy importante que se sientan queridos y entendidos por sus seres más cercanos y que estos no les reprochen su rendimiento escolar, “cuando empieza a aflorar el problema, se suele crear una relación muy tensa con la familia. El niño normalmente tiene malas calificaciones en la escuela y la palabra esfuerzo no es sinónimo de ningún resultado positivo. Estas presiones influyen negativamente en su relación con los demás y el niño empieza a pensar que es ‘tonto’, ya que a pesar de realizar un esfuerzo, es incapaz de aprender las enseñanzas más básicas como leer, escribir o las tablas de multiplicar. La familia y la escuela suelen etiquetarlo de vago y de no poner interés en lo que hace. En ese momento el niño pierde algo muy importante para su desarrollo: la autoestima”.
La autoestima se pierde incluso antes de llegar a la adolescencia. “De hecho, el 80% de los niños que llegan a la consulta tienen problemas de trastornos asociados. Hay niños con seis y ocho años que tienen rasgos depresivos. Si no se tratan estos síntomas, pueden desencadenar en un bloqueo del niño, que hace que niños de siete años digan que se quieren morir”, asevera la psicóloga, para quien es necesario que los menores sean escuchados tanto por padres como por maestros para que todos comprendan qué es lo que les pasa y, por lo tanto “puedan darles más rápidamente soluciones específicas”.
Cuando el caso no está diagnosticado y quienes le rodean se muestran convencidos de que el niño es “mal estudiante”, los padres suelen castigarles con la lectura obligatoria de libros y textos, lo que produce el efecto contrario que se desea en un principio, ya que obligar a un disléxico a leer es “como forzar a leer a un miope sin gafas y esperar que así se compense su alteración visual, esté contento y motivado por ello”, ejemplifica Alvarado.
Por ello, la actitud de los padres es fundamental en el tratamiento de la dislexia.
Es importante que acudan a un psicólogo para que determine la causa de la dificultad en el aprendizaje de su hijo y que se pongan cuanto antes medidas para superarla. No obstante, hay que tener en cuenta que comportamientos sobreprotectores hacia los hijos tampoco resultan positivos para éstos, ya que deben aprender a afrontar su problema. El papel más importante que tienen que cumplir los padres de niños disléxicos es el del apoyo emocional, que entiendan la naturaleza de su problema de aprendizaje y que hagan todo lo que puedan por ayudarlo.
“Muchas veces los padres que han tenido dificultades similares y que han padecido en la escuela son los que tienden a ejercer una presión mayor, consiguiendo un fin totalmente opuesto al pretendido. Conviene que admitan su preocupación y compartan con el niño los problemas que tuvieron. Esto hace que el niño se sienta aceptado”, Se debe recordar lo negativo que puede resultar también que los padres comparen al niño disléxico con sus hermanos u otros niños sin problemas.
Texto extraído de www.pediatraldia.cl