Érase una vez, un árbol de navidad cualquiera, en un sitio cualquiera, en un año cualquiera pero, ¿de verdad era un árbol cualquiera?. No lo creo…. .Era diez de diciembre y faltaban dos semanas para Nochebuena. En el interior del árbol de navidad se encendió una luz pequeña, pero muy intensa y bella. Esa luz era un hada, Amapola, que como todos los años se despertó el día diez para empezar a organizar la Navidad. Ella y todo el árbol en general eran unos de los pocos árboles de navidad que ayudaban a Papá Noel. ¡Al verdadero!. El mismo viejecillo que cada año reparte ilusión navideña por todas ¡TODAS! las casas. Ella, como todos los adornos y muñecos del árbol de navidad, estaba deseando empezar, pero para empezar había que despertar a los demás. Amapola empezó a menear las alas.
-¡Hay que despertar a esos dormilones! -exclamó como todos los años.
Empezó a subir volando hacia la punta del árbol hasta que llegó a la estrella y pronunció sus palabras mágicas:
-Un año más se despierta la Navidad-.
Enseguida los adornos se empezaron a menear y los muñecos empezaron a bostezar.
-Vamos chicos, despertad-.
-Ya vaaaamooooos – dijo un Papá Noel de peluche.
Todos se pusieron en marcha. Los angelitos empezaron a revisar las decoraciones navideñas…En éste árbol los jefes de los angelitos eran Copo y Rosa, dos angelitos de color azul y rosa, muy buenos y organizados.
-Hay que poner el muérdago en la puerta-dijeron Copo y Rosa a la vez.
Los peluches se ocuparon de ayudar a los niños a enviar las listas de regalos de las casas alrededor de la suya, a Papá Noel. Los jefes de los peluches eran Red -un Papá Noel de peluche -,Hielo -un muñeco de nieve de peluche-,y Otto, un oso panda con gorro y bufanda de peluche. Eran muy divertidos y siempre tenían una sonrisa en la boca. También había dos muñecos de paja muy ancianos que se llamaban Paja y Paji. Eran enérgicos y divertidos ¡y estaban como una chota!, pero tenían buen corazón y se ocupaban de revisar las listas de regalos de los niños buenos. Aparte de los demás ángeles también había otro, pero de porcelana, plateado, llamado Lucero; era bueno y tímido y se ocupaba de mantener el espíritu navideño. Si tuviéramos que nombrar uno por uno los simpáticos personajes de ese árbol tan especial tardaríamos años porque todos son maravillosos. Amapola estaba orgullosa de que como todos los años, todo funcionara como un reloj.
-Lucero ve a tu puesto y empieza a tocar la flauta-dijo Amapola amablemente.
Lucero hacía su trabajo gracias a una flauta que alegraba los corazones y ayudaba a mantener el espíritu navideño.
-Piripipipí, piripipipaaaaá- sonó en la tercera rama del árbol.
-¡Son los muñequitos de navidad! -dijo Amapola con entusiasmo.
Los muñequitos de navidad eran pequeños y simpaticones y se encargaban de ayudar a Papá Noel a cargar el trineo el día de Nochebuena, así que mientras tanto vigilaban que en el árbol los humanos no los descubrieran. Fue pasando el tiempo, pero algo no iba del todo bien.
En el árbol había una bola de color gris que a medida de que todo estuviera bien se iba haciendo rosa, hasta que el día de Nochebuena estaba de color rosa brillante con un brillo especial. Pero esa bola no estaba medio rosa, que es como debería ser, ya que faltaba una semana para Nochebuena. Estaba un cuarto rosa, pero nada más.
Algo estaba fallando.
Amapola se dio cuenta y decidió supervisar el árbol. Primero fue a la rama donde estaban Paja y Paji.
-¿Todo bien por aquí?-dijo Amapola.
-Oh, claro ,es más, vamos muy bien -dijo Paja muy segura y amable.
-Vale…éste no es el problema-,pensó Amapola.
Amapola fue a ver cómo iban las cosas con Copo y Rosa.
-¿Cómo vais chicos?- dijo amapola curiosa.
-Todo superbieninfinito-dijo Copo.
-Este tampoco es el problema…..-volvió a pensar Amapola.
Amapola fue lugar a lugar hasta que no le quedó nada más que uno: el de Lucero.
Cuando iba de camino, mientras volaba, se le enganchó la falda en una rama.
-No, ahora no…-dijo Amapola lamentándose.
Paso un rato y empezó a escuchar un ruido raro, como voces enfadadas, pero no le dio importancia y siguió intentando salir hasta que….¡Plaf!, consiguió escapar de esa rama. Amapola siguió volando y cuando llego al lugar donde estaba Lucero descubrió el problema: la flauta de Lucero estaba atrancada y desde allí Amapola comprobó cuál era ese ruido que oyó: eran los adornos, muñecos, ángeles, etc., discutiendo porque como Lucero no podía tocar la flauta que daba alegría y espíritu navideño, la gente discutía.
-Es horrible-dijo Amapola sobrecogida.
-No puedo desatrancar la flauta-dijo Lucero.
-¡YA SÉ!-dijo Amapola entusiasmada.
Acto seguido, Amapola cogió la flauta y echó polvos mágicos.
-¡PLOF!.-La flauta se desatascó.
-Vamos ¡rápido!, ¡toca!-dijo Amapola con entusiasmo.
Enseguida empezó a tocar, la gente dejó de discutir, y la bola se puso medio rosa.
Pasaron los días y de repente, ¡era Nochebuena!.Todos esperaban que llegara la noche y cuando llegó, y todos se fueron a dormir. ¡Llegó Papa Noel!
-¡BIEEEEEEEEN, BIEEEEEEEEN!-dijeron todos los habitantes del árbol.
Todos colaboraron juntos y a la mañana siguiente…
-¡¡¡¡¡Mamá!!!!
-¿Qué pasa Nuria?-.dijo la madre.
-¡¡¡¡Han llegado los regalos!!!!
-¡¡¡¡Qué bien!!!
La niña miró el árbol, y cuando Amapola le guiñó el ojo, la niña le respondió el guiño.
Quizá tu árbol de navidad tampoco sea un árbol cualquiera; quizá tenga un hada muy entrañable y simpáticos personajes…pero eso es algo que tendrás que averiguar tu mismo.
. FIN